“El caos”, Juan Rodolfo Wilcock: uno de los raros de la literatura argentina

Adriana Santa Cruz
Leedor
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3 min readJul 22, 2020

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Juan Rodolfo Wilcock es de esos autores no muy frecuentados de la literatura argentina. Ingeniero, escritor, traductor, hijo de un inglés y una italiana, fue amigo de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y, obviamente, de Silvina Ocampo. Abordó todos los géneros literarios: poesía, relatos, novela y teatro. El caos es un volumen de cuentos que escribió entre 1948 y 1960, y que la editorial Bompiani publicó por primera vez en italiano en 1960. La versión en español se conoció en 1974 (Sudamericana) y la más reciente, al cuidado de Ernesto Montequin, es la de la Bestia Equilátera en el 2018.

Me gusta leer los paratextos antes de entrar en un texto. En este caso, la solapa, el prólogo de Alfredo Grieco, la nota al texto de Montequin y la contratapa son de lectura necesaria para entender el contexto de producción de estos cuentos, pero también para saber sobre el autor, cuyo estilo absolutamente original se nutre de la tradición literaria, pero también filosófica. Es que detrás de cada una de las historias se despliegan las lecturas variadas de Wilcock, y su gusto por la mezcla entre lo ridículo y lo sublime, su tono tragicómico, su constante ejercicio de la ironía.

“La tendencia natural de las cosas es el desorden”, dice el epígrafe de “El caos”, el cuento que da nombre al libro, y eso es lo que se verifica en cada uno de los relatos: los personajes viven en un estado de confusión en el que hay algo que se les niega al entendimiento, pero a medida que comprenden un poco más, tampoco llegan a un estado de paz o de serenidad. El caos siempre está ahí acechando y creando en el lector una sensación de incomodidad. Leer a Wilcock es revulsivo por momentos; nos obliga a parar cada tanto, respirar hondo y salir de esa opresión que se instala en los protagonistas y en nosotros.

Abundan los personajes deformes y extraños, la violencia extrema y los lugares exóticos, pero todo contado como solo puede hacerlo un gran escritor: “Describir a los hombres es ejercer la compasión. Tratar a todos por igual: la literatura no tolera la injusticia”, nos dice él mismo. Cualquier fragmento del libro evidencia un profundo conocimiento del lenguaje, una gran capacidad descriptiva, y una intención de trascender la historia y mostrar los grandes temas filosóficos que nos atraviesan a todos ―la muerte, el destino, el otro, la verdad, el ser y la nada―: “Y en ese momento, delante del mar de mercurio que la luna y la espuma adornaban con superior distracción, vigilado por un águila, suspendido entre el cielo y los escollos, en una gruta que hedía desesperadamente a pescado podrido, me pareció entrever una especie de verdad, una vislumbre de verdad, un pliegue por así decir de la túnica transparente de la Verdad que hasta entonces me había eludido. Y esa verdad era el absoluto imperio del caos. La omnipresencia de la nada, la suprema inexistencia de nuestra existencia”.

Wilcock está muy lejos de ser un autor popular y seguramente tampoco quiso serlo. Junto a Silvina Ocampo, habita el mundo de los raros de la literatura argentina, y eso finalmente resulta una invitación a correr cada una de las capas de sentido que recorre sus textos.

Rodolfo Wilcock, El caos, La Bestia Equilátera, 2018, 264 págs.

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Adriana Santa Cruz
Leedor

Profesora y Licenciada en Letras, redactora y gestora cultural