El futuro distópico de “Blade Runner”
Dos mil diecinueve es un año que nos remite a un clásico del cine: Blade Runner. Estrenado en 1982, este filme de ciencia ficción está basado en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas? (1968), de Philip K. Dick, quien se sorprendió al leer el guion de la película y luego al ver algunas de las escenas durante una función privada.
Noviembre, 2019, Los Ángeles: Rick Deckard, antiguo blade runner, debe dejar su retiro para cazar a un grupo de replicantes fugitivos que se encuentran en la Tierra. Fabricados por la Tyrell Corporation para ser “más humanos que los humanos” –especialmente el modelo Nexus-6–, los replicantes provocan un motín en una colonia exterior, y por eso son declarados ilegales en nuestro planeta. A grandes rasgos, este es el argumento de la película protagonizada por un joven Harrison Ford y dirigida por el famoso Ridley Scott. Completan el elenco Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, M. Emmet Walsh, Daryl Hannah, William Sanderson, Brion James, Joe Turkel y Joanna Cassidy.
Luego del estreno, tuvo críticas variadas y hasta fue mejor recibida en el exterior que en los Estados Unidos. Con el tiempo, se convirtió en una película de culto y en una precursora del ciberpunk –mezcla del policial negro y de la vertiente tecnológica de la CF–. Fue, además, candidata a dos Óscar (Mejor Dirección artística y Mejores Efectos visuales), ganó tres Premios BAFTA, y la banda sonora compuesta por Vangelis fue nominada al Globo de Oro. Blade Runner también reforzó la larga e interesante relación entre Philip K. Dick y Hollywood, que dio como resultado varios estrenos posteriores. En 1993 fue seleccionada para su conservación en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser “cultural, histórica o estéticamente significativa”, y en 2017 fue estrenada su continuación con el título Blade Runner 2049.
El guion original de la película es de Hampton Fancher, basado libremente en la novela de Dick. Posteriormente, se agregó como guionista David Webb Peoples, lo que dio como resultado un producto que se alejaba bastante del libro original del escritor. En un primer momento, Dick criticó el guion de Fancher, pero después de ver por televisión varios fragmentos de los efectos especiales de Douglas Trumbull y de leer la reescritura del guion realizada por David Peoples, empezó a mostrarse entusiasmado. En cuanto al título, cuando Ridley Scott estaba buscando uno para su película, llegó a sus manos The Blade Runner (a movie) de William S. Burroughs –una mezcla de novela y de guion de cine–, y el título le gustó tanto que compró los derechos para usarlo dejando de lado los derechos sobre el propio libro.
Más allá de la producción, los premios, el elenco y los efectos especiales, Blade Runner es riquísima por sus numerosas referencias intertextuales. Ya mencionamos la influencia de la novela negra, pero eso no es todo: hay connotaciones filosóficas, religiosas, literarias y científicas. Descartes, el superhombre de Nietzsche, el concepto de hybris griega, el Frankenstein de Mary Shelley o temas relacionados con la ingeniería genética son parte del universo del filme. Con relación a la arquitectura de la ciudad de Los Ángeles, hay reminiscencias de los mayas y de los egipcios, de los zigurats mesopotámicos y del art déco; y por supuesto, una gran influencia del filme expresionista Metrópolis (1927), de Fritz Lang. Gran cantidad de críticos literarios y cinematográficos se ocuparon de la novela y de la película, y también fue analizada desde otras disciplinas, como hace el sociólogo David Lyon en su libro Posmodernidad (1996): “¿Qué hace postmoderno a Blade Runner? […] Para empezar, se cuestiona la realidad misma. Los replicantes quieren ser personas reales, pero la prueba de la realidad es una imagen fotográfica, una identidad construida. Esta es una forma de ver la postmodernidad: un debate sobre la realidad. El mundo de sólidos datos científicos y una historia con finalidad que nos legó la Ilustración europea, ¿es meramente un anhelo?”.
En una carta que escribe a Jeff Walker, un productor, el 11 de octubre de 1981, Dick muestra su entusiasmo: “Permíteme resumirlo de esta manera. La ciencia ficción, lenta e ineludiblemente, se ha asentado hacia una muerte monótona: se ha vuelto endogámica y rancia. De repente, han llegado ustedes, algunos de los mayores talentos que existen en la actualidad, y nos han dado una nueva vida, un nuevo comienzo. En cuanto a mi propio papel en el proyecto Blade Runner, solo puedo decir que no sabía que mi obra, o algunas ideas mías, podrían extenderse hasta tales dimensiones tan impresionantes. Mi vida y mi trabajo creativo se justifican completamente por Blade Runner. Gracias…, va a ser un éxito comercial. Será una película invencible”. El filme finalmente se estrenó el 25 de junio de 1982. Dick no alcanzó a verlo: murió el 2 de marzo de ese año, pero nos dejó una enorme cantidad de cuentos y novelas para la felicidad de sus lectores y para beneficio de Hollywood.